TENGO EL CUERPO LLENO DE PALABRAS Y NO SÉ PARA QUÉ SIRVEN

Un recital performativo en el taller de la artista Rafaela de Ascanio sobre la siguiente pregunta:

¿Es nuestro cuerpo esclavo de la palabra?

Si te digo

Ahora soy una adolescente tumbada en un sofá. Nunca le dije a nadie cuánto te amaba.

Ahora soy tu hija pidiéndote perdón. Me da miedo que sigas llorando. ¿Vas a dejar de quererme?

Ahora soy tu madre sentada a tu lado en la cama y me dices que lo mejor que hoy te ha pasado es que tu familia no se ha separado.

Ahora soy la escritora que busca palabras para deshacerse de lo que ha dicho.

Ahora soy un cuerpo. Mírame, estoy viva. El parto de mi madre no fue un acto de amor, solo de salvación y desde entonces vamos saldando la deuda.

Amor, nombran. Ojalá amar la tierra, sería suficiente para dejar al cuerpo tranquilo.
En nuestro crecimiento nos olvidamos de la parte más natural de las especies: articular la totalidad del cuerpo sin límites.

Nos cubrimos de palabras pero se atascan en el cuello, nos estrellamos con la realidad y ahora solo vemos con los ojos y hablamos con la boca.

La columna,esa contractura. La planta de los pies. El dedo gordo. Qué frío está el suelo. La lengua. Alguien recuerda a qué sabe mi lengua.

No me cabe en la lengua nombrar palabras para articular el presente con los cinco sentidos.

Por esto, en una ceremonia a lo que fuimos vamos a agarrar cada palabra. Perder la noción, la cabeza y lanzar al cuerpo entre l e t r a s . Hablar con la parte de nosotras

que no conoce el

nomb re ni la f. orma. . .

Podríamos ver qué más ocurre. Quiero decir, podríamos olvidarlo todo y ser menos cuerpo y ser más innombrable. Podríamos. Estamos naciendo en cada mirada. No sé. Podríamos. No sé. No quiero saber nada.

Vamos a llevar la lengua al cuerpo y disfrutar de no saber cómo usarla.

Si lees este texto es porque un día dejaste de no saber. Dijiste la primera palabra.

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Host or Publisher Patricia Ponce de León